Al principio nos movemos libremente por la parte ancha, sin pensar, sin demasiadas obligaciones, sin tener que reflexionar. Pero después, cuando nos adentramos en el embudo, entramos en la parte más estrecha y entonces hay que seguir hacia adelante, las paredes se estrechan, no se puede volver atrás, no se puede andar, los demás te empujan y tienes hacer lo que hagan ellos. Hasta que sales, te desaces del estrecho camino y tienes libertad.
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